La Fundación Bancaja de Valencia descubre por primera vez en España el arte de la terracota de la antigua Grecia, una de sus manifestaciones estéticas menos conocidas. La exposición «Tanagras. Figuras para la vida y la eternidad» -que podrá visitarse hasta el 7 de julio- muestra dos centenares de estatuillas policromadas, conocidas como Tanagras en referencia al lugar donde se descubrieron, una ciudad situada en la región griega de Beocia de larga tradición en el trabajo de la arcilla.
Constituyen, en esencia, una representación modesta de los cánones de belleza de las grandes estatuas griegas, pero también una interesante vía para conocer los usos y costumbres de la época. Estas figuras, que en su mayor parte muestran a mujeres o niños realizando actividades cotidianas, ofrecen una perspectiva del día a día que no recogen los grandes textos ni los monumentos.
Su origen data de los siglos IV y III a.C., aunque luego dejaron de producirse por causas aún no desentrañadas. Fue con su fortuito descubrimiento y posterior exhumación en 1870, cuando las Tanagras salieron de nuevo a la luz, convirtiéndose en un codiciado objeto de deseo de los burgueses y nobles decimonónicos, embelesados con el egregio esplendor de las civilizaciones clásicas. Los marchantes atenienses monopolizaron rápidamente el mercado de estas piezas, estableciéndose como únicos intermediarios entre los campesinos y los posibles compradores. De este modo, las Tanagras fueron dispersándose por colecciones privadas de todo el mundo, perdiéndose así la posibilidad de estudiarlas en relación a su contexto.
Aunque su finalidad funeraria era la principal, nunca fue exclusiva. Estas estatuillas han sido halladas tanto en santuarios como en el interior de algunas casas, apoyando así la teoría de su función religiosa. Algunas de ellas, de hecho, estaban dedicadas a divinidades que regían la protección del niño, sobre todo en la etapa del paso a la edad adulta, o de la joven casada y futura madre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario