domingo, 23 de noviembre de 2014

FILOGELOS, EL LIBRO DE CHISTES MÁS ANTIGUO DEL MUNDO

http://es.wikipedia.org/wiki/Philogelos
 
 
¿De qué se reían en la antigua Grecia? Esta selección de chistes, tomada de las páginas del Filogelos, revela que el humor helénico no estaba muy lejos de los temas y estereotipos actuales.
 
Algunos dicen que los mejores chistes son los viejos. Y si de chistes viejos se trata, nadie le gana al Filogelos (en griego, amante o adicto a la risa), una recopilación atribuida a los autores Hierocles y Filagrio, de los que casi nada se sabe, más allá de que alrededor del siglo IV d. C. juntaron en un solo libro 265 chistes comunes en el mundo helénico. Está claro que este no es el primer libro de chistes de la antigua Grecia, pues ya Filipo de Macedonia en el siglo III a. C. había ordenado agrupar las mejores bromas que circulaban en Atenas, tal vez con la intención de crear un repertorio que fuera útil para brillar en las cenas con anécdotas humorísticas, algo muy apreciado en la Grecia antigua. Sin embargo, no se conservó ninguna copia de esta compilación, ni de ninguna otra anterior, lo que convierte al Filogelos en el libro de chistes más antiguo del mundo.

Alrededor del siglo IX, un manuscrito del Filogelos logró hacer su camino hacia Occidente, y poco a poco el libro se convirtió en motivo de interés para copistas y estudiosos. Su primera traducción al latín data de 1605, y se encuentran versiones en alemán a mediados del siglo XVIII. En 1983, el periodista y escritor Barry Baldwin tradujo el Filogelos por primera vez al inglés, y en una edición de 2008 el profesor William Berg, de la Universidad de Stanford, hizo una nueva versión que publicó en internet junto con un video del comediante Jim Bowen, probando qué tan graciosas resultaban estas bromas para un público contemporáneo. Y resulta que los motivos de risa del pasado siguen funcionando en el presente pues los chistes tratan sobre las mismas situaciones de siempre: las imprudencias de los menos inteligentes, los fracasos públicos de los engreídos, las excreciones corporales fuera de lugar y el infortunio de los demás, entre otras.

Por las páginas del Filogelos se pasean ridiculizados los miles de estudiantes que venían de todas las provincias del mundo antiguo a estudiar a Atenas y a otras ciudades principales del mundo helénico, y que desperdiciaban la escasa riqueza de sus padres en festines a todo dar, mientras sus capacidades intelectuales se veían menguadas en proporción directa a la intensidad de sus placeres mundanos. También se pueden encontrar chistes sobre hombres malolientes, mujeres libidinosas y perezosos impenitentes, que han ganado la risa fácil del público desde que el mundo es mundo. Otra característica de estas bromas, también común al humor de hoy, es el continuo ataque con dardos sardónicos a estereotipos étnicos de otras regiones. En el Filogelos, los blancos de estas burlas son los nativos de ciudades como Abdera, Sidón y Cime, polis que tenían fama de producir hijos un poco más lentos que los del resto de ciudades.

Para el lector de hoy, el Filogelos puede parecer escenificado en un mundo bastante extraño a su medio conocido: un mundo politeísta en el que los esclavos eran parte de la vida cotidiana sin que ello implicara un dilema ético y en el que las monstruosidades físicas se exhibían sin tapujos en los baños públicos. No es extraño entonces que algunos de los chistes contenidos en la colección sean simplemente incomprensibles o carezcan de cualquier gracia para el lector de hoy. Sin embargo, la mayoría sigue despertando nuestra risa inevitable, pues apela a los eternos deseos humanos de subvertir los órdenes lógicos a través del humor y de burlarse de los demás como una manera de afirmar la propia existencia. Por eso es posible que muchos de estos chistes sean familiares para el público contemporáneo, con los protagonistas cambiados o los gentilicios reubicados, pero con el mismo veneno impúdico sin el cual los chistes corren el riesgo de morir de viejos.

A continuación presentamos una selección y traducción (tomada de la versión publicada por el profesor Berg) de los chistes del Filogelos. Con el fin de acercarlos al lector de hoy, se ha tratado de dejar al final la frase clave del chiste, pues en la traducción de Berg con frecuencia el desenlace cómico viene mucho antes de su conclusión. Igualmente, aunque se respetan los nombres propios de lugares y personajes, se han modernizado los sistemas de medidas y cambiado algunos nombres de comidas por su equivalente actual. En suma, se trata de que la traducción suene natural a oídos contemporáneos, evitando alusiones que puedan resultar desconocidas, pues, como todos sabemos, no hay nada peor que tener que explicar un chiste.